El Fuenlabrada sigue en su travesía por el desierto particular. Es, paradójicamente, mejor lejos del Fernando Torres que cerca. Y esa versión mejor consigue un aprobado sin florituras, sin nada de lo que poder presumir más allá de Lucas Díaz. El equipo no da con la tecla, las jornadas siguen pasando y ni el juego ni los resultados siguen diciendo nada favorable de los de Alfredo Sánchez.
No es que el entrenador haga cambios masivos cada semana buscando un rendimiento desconocido. Los cambios son dos o tres por partido, nada escandaloso. En esta semana, Abde y Sangaré se fueron al banquillo para dar entrada a Ale Galindo e Ilies Faure. En lo que va de temporada, nadie puede decir que haya un jugador que marque diferencias con el resto más allá de Lucas Díaz. Una vez más, el rendimiento no depende de cambios o continuidades. Depende de unos jugadores en general que no están sabiendo sacar virtudes, ni mantenerlas.
El Alcoyano, que era quien estaba enfrente, tampoco era un derroche de fútbol. Y eso también cabrea al aficionado azulón, porque su equipo rinde relativamente bien con equipos mejores e indudablemente mal con los iguales o peores. Los alicantinos tenían sus fallos sacando la pelota, y atrás eran vulnerables. Pero con el Fuenla, todos encuentran la manera de hacer daño. Y en el Torres, ni siquiera tuvieron que buscarla.
Hay muchas formas de fallar, pero una de las incomprensibles es la que protagonizó Barbu. El lateral tenía un saque de esquina desde el lateral izquierdo, en su propio campo. Una acción que no tiene ningún riesgo, salvo que se la des directamente al contrario, de cara a portería y casi sin rivales que le puedan cubrir. Ferni, que llevaba segundos en el campo, solo tuvo que avanzar unos metros y ajustar el disparo para que no llegara Lucas. Le dieron las llaves de la caja fuerte y se llevó hasta las bisagras.
Igual que no hay diferencia entre unos jugadores y otros, tampoco existe entre primera y segunda parte. Este es un equipo de pequeños arreones, de impulsos físicos que tampoco se ven acompañados por impulsos futbolísticos. Son poco eficaces y breves, lo justo para decir que han aprendido la lección y salir pronto del error, al ver que el panorama vuelve a ser tan desolador como antes.
Para que el error de Barbu no se quedara solo, llegaron algunos más. Este Fuenla ya no es sólido. En la recta final le salió caro, aunque con más mala suerte que otra cosa. Pero esa suerte te sentencia cuando le das la oportunidad, y los de Alfredo dieron varias. En la última, Moyano desvió un centro y el balón se coló en la portería. Juego, set y partido.
No tuvo que hacer mucho un Alcoyano normalito para imponerse al Fuenlabrada, porque su rival hizo todo lo importante. Generó algunas ocasiones sin mucho peso, se vino abajo como suele hacerlo y cometió errores que costaron goles. Imposible conseguir más con menos, para el Alcoyano. Imposible hacer más con menos, también para el Fuenla. Misma frase, significados distintos.
Mientras tanto, la vida sigue igual. A malos rendimientos, malos números. Y a malos números, zona de descenso y a sufrir otro año más. La afición, cada vez más reducida, pasa del enfado a la indiferencia. La etapa post Segunda División está siendo larga y traumática. Y todavía puede serlo más...y lo peor es que se puede intuir ya en octubre.
ONCE DEL C.F. FUENLABRADA: Lucas Díaz; Ismael Casas (Garrido), David Alba, Marcos Mauro, Barbu; Aguza (Sangaré), Ale Galindo (Currás), Fer Ruiz, Nene (Barbosa); Ilies (Moyano), Cédric
ONCE DEL ALCOYANO: Manu García; Javi Antón, Pichu Atienza, Borja Granero, Farru; Imanol, Undabarrena, Pastrana (Jon Rojo), José Lara (Dani Molina), Cristian Herrera (Ferni); Mario Losada (Niang)
ÁRBITRO: Pablo Morales Moreno
GOLES: 0-1 Ferni, min.39; 0-2 Moyano p.p; min.84
