El banquillo del Fuenlabrada vuelve a cambiar de dueño una vez más. La novedad es que el relevo no ha sido forzado por un cese que, igualmente, sobrevolaba con vigor en el Fernando Torres. Alfredo Sánchez ya no es entrenador del Fuenla tras presentar su dimisión este lunes.
La situación se había vuelto cada vez más difícil de mantener visto el devenir del equipo. Primero llegaron los malos resultados, con una sola victoria en nueve partidos y cuatro goles a favor. El equipo no terminaba de avanzar, pero había esperanza en que se podía mejorar con el tiempo. La realidad es que, a esos malos resultados, se han sumado unas sensaciones sobre el césped cada vez más preocupantes. Irrelevancia, irregularidad e incluso apatía son las dolencias que más preocupación dejaron tanto en la gente como en los despachos.
Alfredo no era ajeno ni a los problemas ni al sentir de los aficionados. Pese a que quizá no sea la persona con más habilidad o disposición para mostrar sus emociones públicamente, el ya ex técnico es del Fuenla, y ha sufrido de veras el paso de las semanas. La situación le ha superado y, siendo un hombre de club, ha presentado su dimisión este lunes tras no encontrar soluciones y sufrir personalmente por ello.
El sentimiento de Alfredo Sánchez por el Fuenlabrada es innegable. Hombre de club, esta era la tercera vez que se encargaba del banquillo azulón. En las dos anteriores, cogió un equipo en llamas para intentar salvarlo in extremis, y en las dos ocasiones lo logró. Este verano asumió el reto de dirigir durante una temporada completa. Una aventura que, por desgracia para todos, no ha salido bien.
Con el partido del viernes ya en el horizonte, y ante los pocos días que quedan para el mismo, el club ha decido que sea Diego Nogales, miembro del cuerpo técnico, quien asuma la dirección de la plantilla ante el Ibiza. El escenario más allá del viernes no queda claro por el momento. ¿Podría quedarse Nogales si la actuación del equipo convence? ¿Se irán directos a la búsqueda de otro entrenador? La sensación es que todo puede depender del propio viernes. Como era inevitable, la incertidumbre se extenderá durante, al menos, cinco días.
