En años, que son muchos, de precariedad laboral para millones de personas, y en los que se benefician agentes sociales como los sindicatos, la sociedad se enrarece.
Crear cursos utilizando dinero de los españoles para tener a los parados entretenidos y que no cuenten en la lista del paro (esto suele hacerlo la izquierda cuando gobierna), no es liderazgo político, es ser unos vividores charlatanes.
Luego está la parte de sostener al desempleado ofreciéndole ventajas como ridículas ayudas que degradan la economía del país y su imagen internacional.
Durante la época de Zapatero el ser charlatán del engaño fue una moda, era un espectáculo cargado de falso entretenimiento donde se ofrecía el paraíso, que luego resultaba ser el infierno.
Zapatero fue un falso dios, un tótem al que adoraban los sumisos de izquierdas, que no querían ver donde se podía ver. El predicamento socialista eran historietas de tebeo, eran charlotadas que hasta hacían gracia a sus acérrimos defensores, una gracia sin un ápice de gracia.
Quizás quiso cubrirse el gobierno de Zapatero como el dios de la esperanza, pero una esperanza falsa más propia del diablo, ya que obviaba lo que sucedía en el mundo a nivel económico. ¡No se olviden nunca de Zapatero! ¡Pero para mal!
