Sergio Pellicer ya no es el entrenador del C.F. Fuenlabrada. El club, tras la derrota de este sábado ante el Burgos que puede dejar más que complicada la salvación, ha decidido cesar tanto al técnico como al hombre que vino con él, su segundo entrenador (Manuel Sánchez Cámara). El equipo va a tener un tercer entrenador para encarar el final de la temporada.
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La etapa de Pellicer ha sido breve y marcada por la impotencia, por el quiero y no puedo. Mantuvo una línea continuista a la de su predecesor, a la que pudo añadir la recuperación de muchos lesionados y los fichajes del mercado invernal, algunos muy importantes como los de Ontiveros y Bouldini. Mejoró el juego ofensivo, pero no el defensivo. Ahora llegaban los goles, pero también los encajaban más. Una única victoria en once partidos, y decepciones como las de los últimos tres partidos han terminado con la estancia del técnico de Castellón en el banquillo.
Sergio Pellicer llegó a Fuenlabrada un quince de diciembre, tras el pase in extremis ante el Sanse en la Copa del Rey que le costó el puesto a José Luis Oltra. Llegó tras la buena experiencia que tuvo en el Málaga, donde trabajó con muy pocos recursos y consiguió salvar al equipo.
Reconociendo el trabajo de su predecesor, Pellicer propuso para el Fuenla un juego más ofensivo y en campo contrario para tapar las carencias atrás con goles, y alejar el peligro de su propia portería. Pero ni terminaban de llegar esos tantos, ni se solventaron los errores tanto de concentración como grupales atrás. Mientras en casa se mantenía la compostura sin resultados (sólo la victoria ante Las Palmas), lejos del Torres ha sido imposible frenar la sangría: dos goles encajados en Girona, tres en Cartagena, tres en Almería y cero en Eibar (pudiendo ganar). Ocho en contra en cuatro partidos, 2 a favor.
Ahora, el equipo espera la llegada de un tercer entrenador que finalice la temporada y logre una permanencia que hoy, influidos por los últimos resultados en casa, se ve muy remota. Primero fue Oltra, luego dos meses y medio de Pellicer. Al que venga, le quedan doce finales y la presión de no poder fallar. Suerte y al lío.
