Uno de los partidos más problemáticos de la historia del fútbol español va a llegar por fin a su desenlace. Debió jugarse el 20 de julio, pero hemos tenido que esperar hasta el 7 de agosto para poder disputarlo. Entre medias, un contagio masivo de coronavirus en el Fuenlabrada, un viaje a Coruña de lo más controvertido, denuncias cruzadas, guerras de poder que se reavivan y de intereses de muchos clubes y la incertidumbre de si se jugaría en algún momento.
Hasta el pasado jueves, que el Fuenlabrada dijo que quería y podía jugar, lo más probable era que no se jugara. Desde entonces, con la mayoría de sus jugadores ya recuperados, se trabajó para poner una fecha y llegamos hasta este viernes, previo paso por un miércoles inicial que tuvo que aplazarse para dar tiempo al Dépor a reunir a sus jugadores.
Estas son las circunstancias del partido: jugarán un equipo ya descendido que pelea en los despachos por salvarse a costa de hundir al Fuenlabrada, y que había dado dos semanas de descanso a sus jugadores (de vacaciones por medio mundo) contra otro equipo que viene de tener a 28 personas enfermas por coronavirus, la mayoría confinadas durante diez días o más en un hotel en Coruña, y que tiene a sus jugadores mermados física y psicológicamente tras días en boca de todo el mundo (no para bien, precisamente).
En este escenario, hablar de bajas llevaría más tiempo que hacer una lista de todos los reyes españoles. Y sería más incierto que intentar saber las fortunas que amasaron, porque entre los enfermos, los tocados, los que llegan justos y los que llegan o no a tiempo de vacaciones no se sabe quién estará disponible en Riazor y quién no. De momento, se sabe que el Deportivo ha podido reunir a 14 jugadores del primer equipo para hacer la convocatoria, que se rellenará con jugadores del filial.
Lo que sí es claro y simple es lo que está en juego: el último puesto del playoff de ascenso, que será del Fuenla si suma un punto en el partido más raro de la historia. Ganas y ambición no les faltan, las que les han llevado a querer jugar incluso en el peor momento de la crisis del coronavirus.
Este partido ha sido declarado de alto riesgo por las autoridades coruñesas debido a las llamadas de grupos de aficionados del Dépor a concentrarse en torno a Riazor, como hicieron el día 20 miles de personas. Pero ahora el escenario es distinto: ya no cuentan con el beneplácito del club y la seguridad se va a reforzar en el perímetro del campo para evitar aglomeraciones. Tras los últimos rebrotes de COVID-19 detectados en la ciudad, las autoridades no quieren que se repita la imagen de hace dos semanas.
