Siempre será mi Rey (PARTE II)
Si recuerdan, queridos lectores, finalicé mi anterior columna, con el anuncio de esta segunda parte tratando la figura de Don Juan Carlos I.
Continuo mi reflexión llena de sentimiento con una frase que leí hace poco: la persona no es el sistema y viceversa, el sistema no se invalida cuando a alguien le da por ahí.
Dicen expertos en la Monarquía española que en un momento dado hubo un exceso de juancarlismo y poca monarquía democrática, con lo cual estoy totalmente en contra, ya que desde siempre el Rey ha guiado a su pueblo.
Si aplicamos principios éticos, los republicanos deberían abandonar la idea de proclamar una tercera república habida cuenta de cómo transcurrieron y terminaron las dos anteriores. Pero en todo esto hay algo más: los actos atribuidos al emérito, con ser de carácter personal y no político, necesitan de un plus de pruebas que no sean las seleccionadas convenientemente para ser filtradas después a la prensa.
Las declaraciones de segundas y terceras personas están teniendo tanto eco mediático que deben acogerse con muchas reservas. Esas acusaciones requieren pruebas debidamente contrastadas en las que Juan Carlos I pueda defenderse, ya que el problema de Don Juan Carlos I es que no puede hablar, no puede hacer como cualquier político al uso, irse a la televisión y defenderse, sea con verdad, con mentira o mezclando ambas.
Para mí, Juan Carlos I siempre será mi Rey, mi Monarca, y cualquier español con dos dedos de frente, debe agradecer eternamente lo que el emérito hizo y hace por España. ¡Su Majestad! ¡Usted siempre será mi Rey!