El mundo de la gastronomía llora hoy por la trágica noticia de la muerte de Fermí Puig, un chef reconocido incluso en la Guía Michelin, y sobre todo por su cocina en Catalunya. Un cocinero que ha fallecido este mismo viernes por la noche a causa de una enfermedad a los 65 años de edad.
En su honor está previsto que se organice una ceremonia laica en Granollers (Barcelona), su lugar de nacimiento, donde además será incinerado.
Un chef carismático, brillante para quienes le conocían, que acabó su carrera entre los fogones del restaurante barcelonés que lleva además su nombre en la calle Balmes, y que abrió hace ya más de una década (2013) junto a su amigo Alfred Romagosa, jefe de sala tras servir a la reina de Inglaterra en el Ritz.
Ahora bien, es de destacar que su carrera también estuvo ligada al desaparecido restaurante de Drolma, que también se encontraba en la Ciudad Condal, y con el que consiguió una estrella Michelin, convirtiéndose además en el pionero de la alta restauración de hotel en España de la mano de Hotel Majestic de Barcelona.
Antes de ello, Fermí Puig apostó de lleno por el mundo de la cocina, iniciándose en el restaurante de Montse Guillén en la calle de Marià Cubí, también en Barcelona, y en la Fonda Europa, en Granollers. Y, casualidades del destino, cuando hizo la mili, se encontró entre fogones en la Capitanía General con Ferran Adrià, con quien después coincidió de nuevo en El Bulli, aunque Puig se marchó antes del ‘boom’.
El chef también fue reconocido por figuras ligadas al mundo del deporte, como Joan Laporta, quien se ha despedido también de él a través de una carta escrita en ‘El Nacional’, donde le define como “un sabio de los fogones y del Barça, sencillamente porque lo sabía todo, de nuestra cocina y de nuestro club”.
