La situación política y social de enfrentamiento de la sociedad española está llegando a un punto muy preocupante, sobre todo por algunas decisiones sectarias y con tintes ‘dictatoriales’ que se toman desde algunos estamentos públicos.
Tal es el caso de la decisión adoptada por el gobierno municipal de Getafe (Madrid), encabezado por la alcaldesa socialista, Sara Hernández, que tras la publicación de una entrevista realizada al exfutbolista Alfonso Pérez en El Mundo, ha decidido suprimir su nombre del estadio municipal de la ciudad, que hasta ahora se llamaba ‘Coliseum Alfonso Pérez’.
Una decisión incomprensible, que demuestra poco talante democrático, ya que está basada en una opinión de Alfonso Pérez, sustentada con los datos actuales de la repercusión y los ingresos que genera el futbol femenino frente al masculino.
Sus declaraciones son consideradas como ‘machistas’, de desprecio a la lucha feminista y por eso no merece que su nombre figure en el estadio.
Nada más alejado de la realidad. Decir que el futbol femenino no genera los mismos ingresos que el masculino y que por ello es difícil que se puedan equiparar los salarios, en el momento actual, no es una opinión machista es la realidad actual que vive el mundo del futbol y que puede ser que pasado unos años o décadas pueda nivelarse o compararse en espectadores, asistencia a los campos, patrocinadores, en definitiva a los ingresos generados.
Lo realmente grave de está decisión es que pone de manifiesto el sectarismo, utilizado por la alcaldesa de Getafe y su gobierno municipal, ante una opinión, considerada o alejada del pensamiento ‘políticamente correcto’ y por ello se castiga, se cercena y se aplasta al opinador.
Son decisiones inaceptables que atacan a la libertad de expresión y opinión, recogidas y avaladas en la Constitución española, aunque parece que eso es lo que menos importa.
También debería hacérselo mirar el presidente del Getafe, que aunque la decisión no es suya porque el estadio es municipal, no ha dicho nada en favor de esa libertad de opinión y ya se sabe ‘quién calla otorga’.
Con este tipo de decisiones tan extremistas no se favorece el diálogo ni el entendimiento entre los ciudadanos, algo que debería ser el primer objetivo de todos los políticos, sean del signo que sean.
La alcaldesa de Getafe se ha equivocado, aunque está a tiempo de rectificar, si no quiere ver cómo las posturas radicales crecen en su municipio, porque los extremos se tocan y ‘a buen entendedor con pocas palabras basta’.