En el Instituto Cervantes, en Madrid, situado en un antiguo banco, en el sótano existen las cajas acorazadas de dicha entidad, aquí se están conservando y guardando la memoria.
En lo que fue el Banco Español del Río de la Plata y el Banco Central, ahora situado el Instituto Cervantes, que es el portaaviones de la cultura hispánica para el planeta, y, un poco más allá. Existen en la cámara acorazada de dicha antigua entidad, dispone de 1.800 cajas de seguridad.
Doy la enhorabuena a la persona/s o equipo que se les ocurriera u ocurriese, que en vez de desmantelar esta realidad histórica y cultural, económica y del comercio, la utilizaran para conservar legajos y legados escritos de grandes personalidades, con la función que tienen o tendrán un tiempo de apertura en el futuro.
No podemos citar aquí, las docenas de donantes de papeles y utensilios y realidades, que dentro de unos lustros o décadas se abrirán, después del fallecimiento de dichas personas. Legados de todos los campos del saber, y, de todo tipo de personas hispánicas en distintas ramas de la actividad humana. Ni tampoco describir las metodologías y equipos de selección de las personalidad a invitar a que guarden papeles y documentación…
No sabemos todo lo que se conserva, o mejor expresado, todo lo que está escrito en los papeles existentes, algunos son manuscritos, otros son cartas, algunos objetos. Pero esta es una gran idea. Puede que alguien, desee escribir algo, sea bueno o no, cierto o no, pero no desea publicarlo.
Pero puede suceder que alguien, desea redactar algo o contar algo, sea verdadero o no, pero no desea, no solo publicarlo, no quiere tampoco dejarlo entre los manuscritos y originales, porque incluso, quizás no desea que esos papeles los custodien los herederos o los lean los descendientes.
Pero si que desean redactar algunos textos, sean buenos o no, sean verídicos o no, sean bondadosos o no, porque esta es la naturaleza humana. Y, esta solución es viable. Puede pensar, escribiré algo, y, algo que no quiero que se lea, hasta cincuenta años, por poner una cifra después de mi fallecimiento. Y, yo mismo lo enterraré en esta cúpula del saber, de los papeles escondidos de los papeles…
Me he preguntado muchas veces, una duda y una incógnita y un enigma y una pregunta que he tenido dándome como golpes de tambor durante mucha década. En los fenómenos que ocurrieron en Europa en el siglo veinte. En muchos de ellos, intervinieron de muchas maneras y formas y testigos muchas personas.
Muchas personas saben o sabían mucho. Muchos podrían haber dejado escritos o testimonios, pero no lo habrían hecho, si no tenían seguridad completa, que esos escritos o testimonios, no serían abiertos hasta cien años después. Porque no querían a nadie perjudicar, ni tampoco a sus hijos y nietos.
Por eso, he pensado muchas veces, entre tantas actividades culturales y las funciones de los archivos. Que se tuviese un depósito o una sección de escritos o documentos, que una persona los donaría, pero con la condición que no se abriesen en cien años, o el tiempo que él o ella considerase…
Solo mirar que no es ninguna actividad biológica negativa lo que se conserva. Creo que si esto se hiciese, al menos, en el futuro, se podrían ver muchas perspectivas del pasado, o del presente, que se olvidan, que el que sabe no habla, y, el que habla o escribe, no puede saber todo… Aquí dejo otro guante-sugerencia. A veces, me digo, escribo artículos, no solo de opinión, sino de sugerencias… -bueno, de momento, algunos me paso de mil palabras, como éste, pero de momento no me exigen las quinientas palabras…-.
La realidad es que como decían los griegos, la victoria tiene mil padres, la derrota es huérfana. Es cierto que los manuscritos, cartas, libros o papeles de todo tipo de los grandes prohombres y promujeres de la cultura y del saber y de las artes y de la economía y de las ciencias, pueden darnos mucha luz, nuevas luces, sobre acontecimientos del presente o del pasado.
Y, es más, pueden ser objeto de grandes colecciones, que ahora, quedarán, en el Archivo de la Nación, pero también es verdad, que existen decenas de miles de obras, manuscritos, cartas, papeles de todo tipo, documentación de todo tipo, de miles, decenas de miles de autores y autoras, que son huérfanos, que no son capaces de pasar la barrera de la notoriedad en su tiempo y en su vida, y, están condenadas todas esas informaciones y documentos al olvido…
Me digo yo, digo yo, como no tiene sentido una filosofía que no cure un mal humano. Pregunto yo, sugiero yo, les digo a ustedes, no se podría hacer una especie de “Cámara Virtual” para documentación de cientos, miles de autores y autoras, en multitud de ramas del saber. Sería bueno, también que fuese física o material, pero al menos, virtual, y, que tuviese la doble posibilidad, una parte de cada archivo y documentación, una parte, pudiese ser consultada por quién quisiese, y, quizás otra parte, dejada para abrirse dentro de cincuenta años…
Pueden existir cientos, miles, decenas de miles de autores y autoras, en cada generación, que han dedicado años y décadas a la actividad cultural, y, saben, porque así ha pasado ya con otros, en el pasado, que su condena, ha sido en vida, nadie o casi nadie ha valorado su trabajo, o muy poco, y, el futuro es la pérdida y el olvido…
Tantos que se habla de dignificar el trabajo de las personas, el trabajo intelectual, en multitud de saberes, ciencias, artes, literatura, tecnologías, economía, filosofía, teologías, merece por respeto a esas personas que no se pierda, no se destruya, no se deteriore. Porque, aunque no sea de alta calidad, ni ingenio, ni talento, ni profundidad, ni esencialidad, puede ser representativo de otras perspectivas y dimensiones y variables y ópticas.
Nuevos puntos de vista de personas que han estado siempre mirando si viene su oportunidad y nunca ha venido… personas encerradas en sus barrios de silencio o en sus pueblos y aldeas de provincias…
Las regiones y sus administraciones y sus entidades privadas o públicas culturales, no podrían recoger esta idea. No solo de libros publicados, que se suponen ya existen un ejemplar o varios para el futuro, sino de multitud de documentos, manuscritos, papeles, cartas, etc., de miles y decenas de miles, de personas que en cada generación hacen, hacen, esperando que un día, sean valorados. El misterio de las cajas. Todos los autores y autoras, dicen van conservando en cajas, cuándo ya los anaqueles de sus bibliotecas se quedan pequeños, y, eso que toda la vida, van destruyendo, tirando, no guardando…
Justicia es dar a cada uno lo suyo, según Elpidio el romano, el jurisconsulto. Creo que en este tema, no damos la justicia a miles de personas, al menos, sus obras puedan quedan para el futuro, al menos, obras en papel y documentos escritos o imágenes en papel… Paz y bien…