Opinión

Madrid, siempre Madrid y Manuel Machado

Bailes en la Verbena de San Isidro de Madrid | Jesús Hellín - 20 minutos
photo_camera Bailes en la Verbena de San Isidro de Madrid | Jesús Hellín - 20 minutos
Llevamos  cuatro siglos mirándonos en el espejo de Madrid. Madrid es una de esas ciudades singulares, que quién va a visitarla o a vivirla no se siente extraño, porque acoge a todos.
 
Existen dos tipos de ciudades, o existen, dos tipos de personas que las habitan, unos, ponen un nombre especial a quienes no son de su lugar, y, otras ciudades, no les pone nombre, sino que cada uno es de su lugar, pero nadie le hace sentirse extraño. Se dice que hoy día, la mitad de la población que existe en Madrid, no ha nacido en Madrid.
 
Ese sentimiento de acogida, aunque en ningún lugar atan a los perros con longaniza, ese sentimiento de no hacer extraño al que viene, sucede en Madrid y también en Nueva York, dicen que algo semejante en Buenos Aires. Pero no sucede en todos los lugares, no diré nombres, incluso en algunas comarcas o trozos de territorio, a los que no han nacido allí, les han puesto un nombre o substantivo particular, con cierto defecto de amor en su interpretación y en sus tonos…
 
Madrid no es solo la capital de España, ni solo ha sido la capital de un imperio que desde 1640 se ha ido desgajando en trozos, sino Madrid es una especie de cuna que acuna recuerdos y sentimientos y afectos y efectos de millones de personas. Unas, casi todas han tenido que pasar por ella de visita. Otras, para ir a otro lugar.
 
Algunas se han quedado un tiempo, otras para toda la vida, y, sus hijos continúan en ese viaje… Madrid el rompeolas de todas las Españas o el rompemar de todas las Españas, como nos diría el viejo maestro de la escritura y del articulismo, Azorín.
 
En el mundo de la cultura, supongo que sucederá también en la economía, política, y, mil otros modos de ser y estar. Todos los que conozco de una manera o de otra, en este mundo han soñado con Madrid y sus tertulias y sus universidades y sus salones de arte y sus teatros y sus todos. Todo el mundo de la cultura ha soñado y volado en sueños que quizás en Madrid triunfarían sus escritos o sus colores o sus sonidos.
 
Pero la realidad, no nos engañemos, es que te sientes tu corazón y piernas en Madrid, o no lo hagas, son muchos los llamados y pocos los escogidos. Madrid, Madrid muchos de los creadores de cultura, lo ven desde algo lejano y desde algo cercano. Ambas realidades al mismo tiempo. Lo que puedo ser y no fue para ellos. Y, se quedan en sus provincias, o en sus barrios de Madrid, sabiendo que sus ojos y sus visiones, posiblemente, quedarán relegados en el torbellino de la historia…
 
Madrid, como las grandes capitales y ciudades del mundo, es como un agujero negro cósmico y demográfico, que va engullendo el corazón y las vidas de millones de personas cada siglo, y, algunos florecen como estrellas, durante un tiempo, en el mundo de la economía o de la política o del saber o de la cultura.
 
Pero que generalmente, como después, la mayoría de estrellas se van apagando. Se dice, la generación del 27, no pudo haber sido sin Madrid, pero se olvida que dentro de la generación del 27, hubo otros autores y autoras, de otras artes y no solo literarias, y, también de las literarias, que están esperando que las universidades que están como árboles en las provincias, los recuperen.
 
Pero han pasado ya varias décadas, y, apenas han levantado las voces de los otros de las generaciones culturales, que van pasando. Quizás, quizás sea mucha responsabilidad para los titulares de esos departamentos de universidades de provincias de esta Celtiberia actual recuperar voces y ojos y oídos valorados como de segunda o de tercera…
 
En este transcurrir del mundo, me he topado con el espejo de un artículo de Manuel Machado Ruiz, (1874-1947), hermano del genial Antonio Machado, en otros tiempos suficientemente recordado, hoy, casi olvidado de aulas universitarias y de la calle. Pero que también expresó su luz y su canto, que también quiso perfeccionar el mundo con las letras y con la cultura.
 
Un artículo, titulado: Madrid. Noche de verbena, publicado en Los Lunes de El Imparcial, el día 22 de agosto de 1904. Y, nos habla de la fiesta, de la verbena, del baile, y, nos habla de la risa y del reír, porque si miramos bien, no hace seis años del desastre del 98. Pero el pueblo es la máquina de seguir viviendo y existiendo y sobreviviendo, el pueblo es el volcán de continuar la vida.
 
Si una entidad de Madrid recogiese todo lo que se ha escrito sobre Madrid, fotografiado, musicalizado… creo que recolectarían toneladas y toneladas de páginas y de letras. Invito a que se haga…
 
Existen dos realidades, aquellos que gestionan y manejan a los pueblos, con sus ideas y sus fines, y, los hemos visto en tantos lugares y épocas. Acaso el pueblo romano del tiempo de César, necesitaba y quería un enfrentamiento entre el Senado Romano y las legiones de César. Acaso ese pueblo necesitaba y quería eso. No.
 
Pero también es cierto, que el pueblo tiene que soportar todos esos vaivenes de la historia, pero al mismo tiempo, cada mañana se levanta y se dice, hoy hay que seguir comiendo, hoy hay que seguir vistiendo a los hijos, hoy hay que continuar cuidando a los viejos padres. Y, continúan, siguen saliendo a la calle, aunque las legiones de César, hayan pasado el Rubicón, aunque se haya producido la batalla de Farsalia, aunque César haya tenido un hijo, Cesarión, con la mítica y mitológica y realista Cleopatra. La vida sigue.
 
El pueblo es la vida, con sus aciertos y sus equivocaciones… y, Madrid, siempre es Madrid, Madrid es el símbolo y la metáfora de que siempre existe, de que siempre tiene una nueva mañana, y, continúa una y otra vez… Madrid renace de sus cenizas, eso es lo que lleva haciendo cuatro siglos, con baile o sin baile, con verbena o sin verbena, Madrid la que busca la risa… pero también en Madrid existen lloros…

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