La justicia ha dado carpetazo a las pretensiones judiciales de Silvia Bronchalo, que acusaba a su ex, Rodolfo Sancho, de un supuesto delito de violencia de género. Algo que no ha respaldado ahora la jueza del Juzgado de Violencia Sobre la Mujer Nº1 de Alcobendas, tras analizar las pruebas presentadas, como las conversaciones mediante WhatsApp en las que tuvieron lugar las presuntas vejaciones que denunciaba la madre de Daniel Sancho.
Después de 20 años sin mediar palabra entre ellos, el asesinato de Edwin Arrieta a manos de su hijo en Tailandia les obligó a entenderse. Ha sido muy difícil. Tanto, que esas conversaciones acabaron en manos de la justicia, cuando ella decidió denunciarle por supuestas vejaciones. La juez le ha quitado la razón, pues no ve indicios constitutivos de delito.
La titular del Juzgado de Violencia Sobre la Mujer no entiende como hecho delictivo lo que ha leído en las conversaciones mantenidas entre la expareja. Para ella es más “simplemente tensión entre las partes”, aunque a veces el tono se haya elevado más de lo conveniente y entendiendo el duro contexto en el que ambos se encontraban.
Y es que no hay que olvidar que retomaban el contacto para decidir cuestiones importantes sobre su hijo, en prisión por asesinato y con una posible condena a muerte sobre él. De ahí que la jueza no considere que Rodolfo Sancho “utilizase expresiones injuriosas o vejatorias en ninguno de los mensajes aportados”.
Se refiere a cuando él le habría llamado “pirada, eres del pueblo llano, barriobajera, bipolar”, como así se recoge en el escrito que archiva la causa. Es más, Silvia Bronchalo no solo ha visto cómo su denuncia se quedaba archivada y no seguía el proceso legal que esperaba iniciar.
También se ha llevado cierto reproche, por haber acusado al actor de cometer actos definidos por ella como “vejaciones”, pero “sin precisar cuándo ni el contenido completo”, lo que imposibilita que sea demostrado en un juicio.
Tampoco le reconoce posibilidad de demostrar que Rodolfo Sancho haya puesto a su hijo en su contra, pues le recuerdan que está en un proceso legal en Tailandia, que es mayor de edad y que actúa por su propia voluntad.