Tengo tos y fiebre, ¿estaré contagiado de COVID?

La psicosis general que la COVID-19 ha generado a nivel nacional, hace que queramos realizarnos una PCR al mínimo síntoma de estar contagiados.

La gran mayoría de los ciudadanos de nuestro país se ha hecho esa pregunta a lo largo de estos 7 meses de confinamientos intercalados y una pandemia que, de seguro, ha cambiado para siempre nuestros más que arraigados hábitos de vida como sociedad apegada y con tendencia al contacto físico.

Toluna, una empresa de investigación online, ha realizado una encuesta que ha revelado que el 66% de los encuestados (de una muestra de 1.555 personas) ha creído tener la enfermedad entre 1 y 10 veces en estos meses de pandemia. Incluso hay un pequeño porcentaje de personas que creen haberlo padecido más de 10 veces, lo cual sería una clara muestra de la creciente preocupación que se ha instalado en nuestra sociedad y lo cautelosos que estamos siendo, cada vez más, para evitar los contagios. 

Con la posibilidad que se ha estado comentando de poder hacerte una PCR en casa, sin tener que recurrir a un centro médico, tanto público como privado, el 82% de los encuestados ha confesado que se haría esa prueba si se nota síntomas, al menos para quitarse la preocupación de encima o salir de dudas, si es necesario ir al hospital o no. El otro tanto por ciento sigue confiando en que es mucho más seguro que se lo haga un profesional.

Pero toda esta situación de pandemia y psicosis generalizada ha conseguido cambiar a la fuerza muchos de los hábitos que, para todos, se veían de lo más natural antes, y que ahora nos generan desazón, incomodidad, e incluso miedo cuando las contemplamos en televisión, o nuestros propios vídeos y recuerdos de hace menos de un año. 

Un 80% de los encuestados confiesa que se ha sentido incómodo o se ha quedado en shock cuando ha visto en películas escenas de grandes aglomeraciones de personas, fiestas multitudinarias o conciertos, sin que ninguna de esas personas llevase una mascarilla de seguridad.

De esto se desprende que, alrededor de un 33% asegura que mantendrá todas las medidas y las recomendaciones de seguridad a las que nos hemos acostumbrado, aunque la pandemia pase y una vacuna nos dé mayor tranquilidad a la hora de salir a la calle. 

Del mismo modo, se ha extendido entre todos los públicos la cultura del food delivery, o comida a domicilio, siendo que gran parte de la población ahora prefiere encargar la comida y que se la lleven a casa, en lugar de comer en restaurantes; de los pocos que aún prefieren el trato en persona, aseguran que se sienten más cómodos en una terraza.

Pocos son los hogares españoles que a día de hoy no cuentan con uno o varios botes de gel hidroalcohólico entre sus paredes, así como confesamos que nos preocupamos mucho más por nuestra higiene personal que en meses atrás, llegando a prestar atención a la desinfección de útiles comunes como las llaves, la pantalla del móvil, la suela de los zapatos o incluso los pomos de las puertas.

En la encuesta también se revelan algunos datos no tan positivos, más bien que dejan en evidencia que la sociedad española aún está teniendo ciertas dificultades para acomodarse a esta tan comúnmente llamada nueva realidad, en cuestión del uso y tratado de las mascarillas. Las más utilizadas siguen siendo las mascarillas quirúrgicas, seguidas de las de tela y, en un porcentaje menor, las FFP2.

A pesar de la obligatoriedad de las mascarillas, no todo el mundo sigue con estricta enseñanza militar el cuidado de las mismas, sobre todo con las mascarillas de tela, pues los errores más frecuentes que encontramos es el escaso control de los lavados, tanto en número de veces como en la frecuencia.

Del mismo modo, un uso prolongado de una mascarilla puede causar problemas en la piel de la cara, así como lesiones y molestias continuas a la persona. Es por ello que se recomienda cambiar de mascarilla cada 8 horas (en las quirúrgicas) y lavar las de tela al menos cada dos días. 

Aunque por regla general estemos respetando los confinamientos, un 43% de los encuestados afirma haberse saltado las normas en alguna ocasión, bien por reuniones familiares o de amigos, bien por citas o encuentros sexuales ocasionales, lo cual bien sabemos que están siendo (en su mayoría) los principales focos de contagio descontrolado.

Con las poco halagüeñas previsiones de una pronta vacuna, es ahora más que nunca que, como sociedad, debemos aguantar el tirón y seguir respetando las medidas de seguridad que impone el Gobierno, por la seguridad propia nuestra y también la de nuestros más allegados, así como preservar que se puedan endurecer más todavía las restricciones si no somos capaces de guardar y hacer guardar la ley.

Es una responsabilidad individual que afecta a un colectivo como somos todos. 

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