Qué función tiene la lactosa en nuestro organismo
En la sociedad occidental cada vez son más frecuentes los casos de intolerancias alimentarias. Aunque puede que este fenómeno sea una consecuencia de nuestro estilo de vida, lo cierto es que los medios de diagnóstico de hoy en día nada tienen que ver con los de hace unas décadas.
Es decir, actualmente se diagnostican miles de casos que hace unos años habrían sido atribuidos a otras causas y consideradas enfermedades de curso crónico.
Una de las intolerancias más habituales es la relacionada con la lactosa. En los casos muy leves puede incluso pasar desapercibida, pero en los casos graves los síntomas son tremendamente difíciles de llevar.
Para entender por qué se produce este trastorno y cómo evitarlo, primero tenemos que saber qué es la lactosa.
La lactosa y la lactasa
Químicamente, la lactosa es un polisacárido presente en la leche animal. Y un polisacárido es un compuesto que contiene varias moléculas de azúcar. Así que, para simplificar, diremos que la lactosa no es más que un azúcar.
Y la lactasa es una enzima producida en el intestino delgado que, entre otras misiones, descompone la lactosa para que nuestro organismo pueda asimilarla.
Cuando nuestro organismo no produce la cantidad suficiente de lactasa, la lactosa se queda sin descomponer y pasa directamente del intestino delgado al colon.
Pero como la lactosa es un azúcar, esto implica que es uno de los alimentos preferidos de las bacterias intestinales. Así que las bacterias se adueñan de nuestro intestino y sus procesos bioquímicos dan como resultado una producción excesiva de toxinas.
Es entonces cuando nuestro organismo reacciona y se producen los síntomas asociados a la intolerancia a la lactosa.
Síntomas de la intolerancia a la lactosa
Los síntomas son muy variados. Algunas personas pueden experimentar unos pocos síntomas leves y otras sufren una concatenación de ellos que les pueden inhabilitar para llevar una vida normal:
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Náuseas, arcadas o vómitos
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Malestar o dolor abdominal y estomacal
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Flatulencia excesiva
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Diarrea frecuente
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Motilidad intestinal excesiva y sonora
Los síntomas pueden confundirse con los de muchas otras enfermedades, por lo que es necesario que sea un médico quien confirme que los síntomas referidos son causados por una intolerancia a la lactosa.
Tratamiento de la intolerancia a la lactosa
El único tratamiento disponible es abstenerse de consumir alimentos, bebidas y productos que contengan lactosa.
Quienes sufren intolerancia leve pueden tomar dosis muy pequeñas de algunos productos lácteos, pero otras personas pueden experimentar graves síntomas al ingerir cualquier alimento o producto que contenga trazas mínimas de lactosa.
Por ejemplo, una única píldora medicamentosa que contenga lactosa como excipiente es susceptible de desencadenar rápidamente los síntomas del trastorno.
Afortunadamente, a día de hoy, quienes sufren de intolerancia a la lactosa disponen de todo tipo de alimentos lácteos a los que se les ha eliminado este compuesto, como los productos Kaiku Sin Lactosa.
Por tanto, puede afirmarse que la dieta de una persona intolerante a la lactosa ya no tiene por qué diferenciarse sustancialmente de quienes no padecen ese mal.
El abanico de productos sin lactosa es tan amplio que permite asegurar el correcto equilibrio nutricional de la dieta, sin que las personas afectadas tengan que renunciar a ciertos alimentos para evitar los síntomas asociados al trastorno.