Muchas de las patologías actuales como las enfermedades autoinmunes, la obesidad, el estrés, las alteraciones endocrinas, las enfermedades reumáticas, los desajustes en la microbiota, etc vienen provocadas por una inflamación subclínica.
La inflamación no es mala si es puntual, por ejemplo, cuando nos hacemos una herida o nos damos un golpe nuestro sistema inmune reacciona y aumenta la temperatura, enrojece e inflama la zona. El problema empieza a darse cuando la inflamación se hace crónica y esto se da porque hay un agente estresor que permanece en el tiempo.
¿Cómo podemos combatir esa inflamación crónica? Hacer ejercicio, descansar, no estresarse, conectar con la naturaleza y llevar una alimentación equilibrada serían la clave. En este artículo quiero contate las características que tiene una dieta antiinflamatoria:
Es muy rica en vegetales y antioxidantes
La base de nuestra alimentación deben ser las verduras. Es importante combinar diferentes tipos, ¡cuántos más colores, mejor! Los antioxidantes se encuentran en los colores de los vegetales.
Mantiene los niveles de glucosa estables con alimentos de índice glucémico bajo
El índice glucémico de un alimento es la velocidad con la que se va liberando la glucosa de un alimento después de ser consumido. Podemos bajarlo consumiendo fibra prebiótica o acompañando los hidratos de carbono con una grasa saludable o una proteína.
Está exenta de azúcares libres, gluten (de trigo fundamentalmente) y lácteos
El azúcar, el trigo y los lácteos son alimentos proinflamatorios porque no se digieren ni se metabolizan bien. Al consumirlos producen un aumento de la permeabilidad intestinal y por ello, una respuesta excesiva de nuestro sistema inmune.
Tiene un buen equilibrio de omega 6 y omega 3
Tener un desequilibrio en estos ácidos grasos puede provocar inflamación. Lo deseable sería un ratio de 4:1 pero a día de hoy podemos decir que la mayoría de las personas ingieren un ratio mínimo de omega 6 – omega 3 de 14:1. Esto se debe a una alimentación rica en grasas saturadas, procesados, y a la calidad de los animales que consumimos. El truco está en aumentar la ingesta de ácidos grasos omega 3 y llevar una alimentación más equilibrada: consumir pescado, semillas, más vegetales, legumbres y frutos secos.
Es rica en prebióticos
Los prebióticos no se deben confundir con los probióticos, que son bacterias vivas que alcanzan el tracto digestivo para colonizarlo. Los prebióticos serían el sustento o alimento de las bacterias sanas de nuestro intestino y son esenciales para garantizar una flora intestinal funcional. Alimentos ricos en prebióticos son la manzanas, los plátanos, la avena, la cebolla, el ajo, la alcachofa, los espárragos, y los puerros, etc.
Las proteínas animales procedes de agricultura y pesca ecológica
La carne y el pescado ecológico son más ricos en vitaminas, betacarotenos y ácidos grasos Omega 3 que la carne industrial, y totalmente libre de antibióticos y de hormonas.
Los cereales son de origen integral y ecológico
Los cereales integrales tienen más fibra, se absorven más lentamente y nos proporcionan más vitaminas (del grupo B), minerales (como el hierro y el magnesio) y proteína. Mejor ecológicos para evitar aditivos y tóxicos ambientales.
En la actualidad existe un problema importante de inflamación crónica debido a nuestros cambios de hábitos y alimentación. Amigo y amiga Sapiens, hay muchas enfermedades que podemos prevenir con un estilo de vida saludable, por ello coge las riendas ¡es hora de cuidarse!.