La Polybia paulista o, más conocida, la paulistinha, es una avispa con una picadura muy dolorosa. Sin embargo, su veneno podría tener la capacidad de discriminar entre células cancerosas y sanas, atacando solo a las primeras. Investigadores brasileños y británicos han estudiado cómo actúa una molécula de la toxina sobre las células.
Su veneno es tan potente y complejo que hace décadas que llamó la atención de los científicos. Ya se le han descubierto más de un centenar de proteínas y péptidos (moléculas más pequeñas) y se sospecha que aún quedan más por descubrir. Uno de estos péptidos tiene una potente acción antibacteriana que permite a la paulistinha mantener sus nidos a salvo de las bacterias. Ahí residía el interés científico por su veneno. Podría ser una alternativa para superar la creciente resistencia a los antibióticos.
Su veneno también ataca a algunas células cancerosas
Pero, en 2008, investigadores chinos descubrieron que ese péptido, conocido como MP1, también atacaba a células cancerosas de algunos tipos de cáncer. Ahora, científicos de la Universidad Estatal Paulista y la de Leeds (Reino Unido) han descubierto cómo hace un veneno con propiedades antibacterianas para distinguir entre células tumorales y sanas. "Los péptidos de todo veneno generalmente son citotóxicos [tóxicos para las células] pero no MP1 y tiene una potente actividad bactericida", explica el investigador del Instituto de Biociencias de la universidad paulista y coautor del estudio, Joao Ruggiero Neto.
Los investigadores usaron tres modelos de membranas celulares para comprobar su teoría. Vieron que el péptido sintetizado del veneno de la avispa se unía a aquellas células que mostraban una anormal concentración de PS y PE en la parte exterior, pero no a las que mostraban la configuración típica de una célula sana, según explican en el artículo publicado en Biophysical Journal.
Los investigadores, que han contado con financiación del Gobierno brasileño y la Comisión Europea, quieren ahora aumentar la capacidad selectiva del MP1 y ensayarlo con cultivos celulares primero y en animales después.
Fuente: El País