Opinión

En Galicia / Galiza, II

Las almas-espíritus individuales están unidas en esta tierra al cuerpo-carne-huesos-nervios y a la psique-mente-conciencia e inconsciencia, en la mar de la sociedad-cultura-naturaleza. 

Esos somos, somos espíritus incardinados, en el tiempo y espacio. Puede que después tengamos eternidad individual, al lado del Buen Dios, puede que exista una eternidad para cada uno de nosotros. Deseo que exista. Ese deseo y pensamiento ha recorrido muchas vidas y existencias, también, la modesta mía. Hemos contado que los dos viajeros han visitado estos lugares, esta catedral románica gótica, transformada en partes por el tiempo, del Maestro Mateo, del sueño de una sociedad, del sueño de muchos tiempos.

Cuántas mujeres y cuántos hombres a lo largo del caballo del tiempo, la habrán visitado, en sus distintas construcciones, soñando o pensando o llorando que el Buen Dios, le quitase aquella tristeza o pesar del momento. Cuántos millones de personas se habrán sentado o de pie en sus vientres de espiritualidad y religiosidad y cultura habrán esperado que el viaje de la migración que tendrían que emprender fuese bueno, a aquella América profunda del Sur, o, quién sabe dónde. Cuantos dolores y lágrimas se habrán llenado/llegado sobre dos piernas y un corazón, a este lugar. Quizás, ahora, la visiten muchos, con deseos solo de descanso o de viaje o de turismo o de arte, pero una catedral-iglesia-capilla es un viaje del espíritu, es un deseo de Dios. Se sea ateo o agnóstico o creyente en la ideología que se desee o quiera, un templo religioso es un artefacto o instrumento o técnica, de diálogo entre un ser bípedo/a racional con el Misterio/Sagrado/El Otro… 

Los dos viajeros han besado con la mente, las piedras hechas arte o formas o espíritu material de esta catedral de Santiago, este sueño de siglos y de milenios. Este sueño de la humanidad. En todos los trozos de este planeta ovoide, que unos dicen, llamar Tierra, otros, dicen que tiene más agua que tierra yo, dicen que se debería llamar Agua, yo viajero, modestamente, pienso que tiene más de Fuego, es o se debería denominar Fuego, porque todo el centro, núcleo, está a temperaturas enormes.

Los dos viajeros han aprendido que hay que vivir cada uno en su lugar, sea grande o pequeño, con mucha historia que se recuerda o con poca quedada en pergaminos. Habiendo sido recordada o visitada por muchas lenguas o pies o trozos de cabello o de experiencia. La vida es una vida, pero en una vida están todas las vidas de la humanidad, del pasado y del presente, todas las vidas que hemos sido, desde Lucy, la pequeña homo habilis, hasta nosotros, y, con los sueños, de las futuras especies humanas, que surgirán, si seguimos existiendo varios cientos de miles de años más… 

Allá en La Coruña degustando comida típica. Esto no es un relato típico de tantos como existen, más literarios o más prosaicos. Sino una especie de mezcla de mundos espacio temporales de una mente y una conciencia. Que recuerda, recuerda algo del pasado y del presente, algo de los vaivenes del tiempo. Que has ido a ciudades, por unas razones o por otras, que te has conformado, a los itinerarios del transporte público o del privado, según la época y el tiempo.

En a Coruña, visitada varias veces, ya no recuerdo cuantas, quizás dos, quizás tres, quizás, cada vez que hemos solevado los huesos por esta eterna y enigmática Galicia, que su sueño es soñar, pero que sus pies están atados bien a la tierra y aire y bosques y mar. Galiza/Galicia que es como un ser vivo y existente, con sus peculiaridades, como un trozo de hueso unido a otros, que denominamos España, porque Santiago también hizo España, unido a otros huesos que llamamos Europa. Esos sueños que se sueñan dentro de si mismo y sí misma… 

El viajero acompañado de la viajera, ambos unidos en carne y deseos y mente y alma ya hace siete lustros y algo, sin contar, el tiempo anterior, que llaman de novios, los dos viajeros con sus penas y sus alegrías, sus esperanzas y sus deseos que han visitado/estado/sido varias veces en estos lugares… El viajero, que siempre deseó, el sueño de ser-estar en escritor, y que ha sido, como él se titula, profesional, no ha sido un hobby, ni una afición, pero que no ha obtenido nada más que fracasos, por eso se autotitula, escritor profesional fracasado.

El viajero siempre ha tenido esos ojos de observador y pensador, y después algo de todo ello, lo ha plasmado en un jamón de palabras e imágenes. En una mañana de vuelta hacia el centro de la península, arribaron y besaron Ourense/Orense en la catedral del yo y del nosotros –visitaron y estuvieron en el sueño de otra catedral, con su plaza al lado, de piedra, si no recuerdo mal-. Una ciudad que mira al cielo, quizás, más que a la tierra, que mira al gris azul del cielo, más que al verde grisáceo de la tierra… 

En uno de esos viajes desde Asturias, pasaron al lado de Mondoñedo, y, en unos momentos de arrebato, sitúo el vehículo y pasó y paseó y pasearon por sus entrañas, sin bajarse, en homenaje del maestro de Mondoñedo, de Cunqueiro. Ese maestro de la voz y del silencio y del misterio y del enigma. Ese maestro que de haber vivido en otro lugar de este planeta, habría sido reconocido como el creador del surrealismo de las letras con imaginación. Ese maestro que cansado de Madrid, dicen se le pagó un viaje con taxi incluido para que fuese a realizar un reportaje a París, y se fue, a su pueblo-comarca-lugar, a su sueño de su interior, a Mondoñedo, y, desde allí, intentó descifrar el mundo. 

Porque qué es un escritor, sino alguien que desea con sus espejos de palabras e ideas e imágenes, descifrar el mundo, eso es Cunqueiro, un descifrador del mundo, que es una tierra o comarca, un artilugio para descifrar el mundo, que es Galiza/Galicia un artilugio que ha descifrado una forma de entender-comprender el mundo… 

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