A menudo nos preocupamos por la calidad del aire que respiramos cuando estamos en la calle, pero nunca nos paramos a pensar si el aire que respiramos en espacios interiores es limpio. Y deberíamos hacerlo, porque pasamos el 90% de nuestro tiempo en espacios cerrados como oficinas, tiendas e incluso nuestras propias casas.
Según los cálculos de Systemair España, durante el día, una persona inhala de 8.640 a 2.960 litros de aire. Permitir que sustancias nocivas lleguen a los pulmones o al torrente sanguíneo es fatal para la salud.
Un problema de salud
Cuando no hay una correcta ventilación en estos espacios herméticos se acumula no solo el CO2 emitido por las personas, también virus, bacterias y sustancias contaminantes que pueda haber en el ambiente. La mala calidad del aire interior perjudica la salud, principalmente a nivel pulmonar pero también al conjunto de nuestro cuerpo.
Rafel Moral, Director General de Systemair España, empresa especializada en la climatización de espacios interiores, señala que “es fundamental que a la calidad del aire interior se le dé la importancia que tiene, ya que según los datos de estudios realizado por Instituto de Métricas y Evaluaciones Sanitarias, la mala calidad del aire interior es el noveno detonante de enfermedades mortales a nivel mundial”.
En general una sobreexposición a una mala calidad del aire interior se comienza a reflejar con sintomatología leve a la que se conoce como síndrome del edificio enfermo. Esta condición afecta al 54% de la población mundial, especialmente a la que vive en ciudades donde los edificios son altamente herméticos. El síndrome del edificio enfermo se manifiesta a través de síntomas como dolores de cabeza, irritación ocular, fatiga, dificultad para concentrarse, piel seca y mareos, entre otros.
La ventilación natural no es suficiente
Aunque la ventilación se presenta como la solución para mejorar la calidad del aire en espacios cerrados, la ventilación natural resulta insuficiente debido a que la presión que ejerce el aire exterior no es suficiente de expulsar completamente el aire interior viciado.
La alternativa efectiva radica en la ventilación forzada, donde las unidades de tratamiento de aire juegan un papel crucial. Estos sistemas tienen la capacidad de controlar y eliminar eficazmente los contaminantes del aire, incluidos compuestos orgánicos volátiles (COV), dióxido de carbono, humedad excesiva y otros agentes contaminantes comunes.
Además de la ventilación, los sistemas de climatización artificial incorporan humidificadores y deshumidificadores para regular los niveles de humedad en interiores. Mantener una humedad adecuada es fundamental para prevenir el crecimiento de moho y bacterias, factores desencadenantes del síndrome del edificio enfermo.
La inclusión de filtros en los sistemas de ventilación artificial es esencial para mejorar la calidad del aire en interiores. Estos filtros son eficaces en la captura de partículas perjudiciales como polvo, polen y esporas de moho, garantizando un ambiente más saludable.
Además, el mantenimiento regular de estos sistemas no solo mejora la calidad del aire, sino que también asegura un rendimiento óptimo y duradero del equipo, lo que se traduce en ahorros energéticos y costos reducidos a largo plazo. En resumen, una adecuada gestión de la calidad del aire en interiores es esencial para salvaguardar la salud y el bienestar de quienes ocupan estos espacios.
“Es fundamental que en los inmuebles se renueven para mejorar la salud de sus inquilinos. Para ello es clave contar con compañías que tengan una amplia experiencia aportando soluciones a medida, como es el caso de Systemair, que lleva 50 años mejorando la calidad de los espacios interiores”, ha señalado Cristina Lobo, Responsable de Marketing de Systemair España.
