El Fuenlabrada sigue con el piloto automático rumbo a lo desconocido. Se salvará (o no), pero es transparente. Lo que se ve es lo que hay, y lo que hay es poco. Poca regularidad, poco ritmo, pocas ideas, poco físico. Es un equipo que quiere, que busca. El problema es que tiene muy poco que ofrecer. La decadencia empezó mentalmente, se trasladó al juego y ahora da la sensación de que también hay deficiencias físicas. Como casi siempre, el cuerpo interpreta lo que le dice la cabeza. Y esta tiene muchas más nubes que claridad.
Sí, este equipo quiere. Lo muestra en sus momentos de lucidez, cuando recuerda que solo hay esperanza si la intensidad y las ganas superan a las del rival. En la primera media hora, ante un Logroñés rendido a la realidad de un descenso ya inevitable, los de Alfredo sí dieron la talla. Con potencia, con anticipación, recuperaciones rápidas, balones a Raúl Hernández y que invente (estaba fino), con Cristóbal dando grandes pases...con todo eso, llegaron las ocasiones. No los goles, pero tener ocasiones es el mínimo. Dos o tres de las buenas. No lo es todo, pero es el principio. Tensión, concentración, despreocupación.
Sí, este equipo quiere. Pero no puede. No le está dando con lo que tiene, que es menos si Fer Ruiz es baja durante más de un mes y nadie puede suplir su capacidad ofensiva por la banda derecha. O si Sergio Benito, en su posición de falso nueve, apenas puede intervenir porque está permanente cubierto y se desaprovecha su potencial. Pero por encima de nombres, no puede dar más si baja el nivel de intensidad y concentración y se instala en un juego intrascendente que no lleva a ninguna parte.
Salvo en el arranque de la segunda mitad, ese Fuenla apático y sin fuerza ni ideas es lo que vimos durante la mayoría del partido. El más activo, Raúl Hernández, fue sustituido en el descanso para dar entrada a un canterano, Reguilón. Estaban Ilies, Durán, Vigaray, Buer...y Alfredo le eligió a él. Sus ganas y su desparpajo le dieron la razón al técnico, pues fue de lo mejor de una segunda mitad en la que casi nada es rescatable. Álvaro García fue cambiado entre dolores, Currás con el brazo izquierdo dolorido en un salto, Belman terminó con problemas en el gemelo izquierdo y Sotillos ni terminó el partido, teniendo que dejar al equipo con diez durante ocho minutos al haberse realizado los cinco cambios.
A perro flaco todo son pulgas, y por todas partes resalta mucho más lo negativo que lo positivo. Pero en lo más importante, los números están sosteniendo al Fuenla muy por encima de su juego. Sobrevive a sí mismo porque sus rivales no lo hacen, una jornada más. Así, sin victorias, duerme hoy a tres puntos del descenso. No es mucho, pero es algo. Sería muy importante terminar la semana que viene a cuatro, cinco o seis, con dos partidos de distancia. Punto a punto, es un objetivo factible. Casi tan factible como optimista, pues es tan razonable ver que este equipo está reventado y no da para mucho más como ver que no siempre tus rivales van a sacar resultados que te favorezcan. Lo mejor, y lo peor, es que no queda mucho tiempo de agonía. Tres semanas, nueve puntos. Al final de mayo, todo habrá acabado. Ojalá que para bien.
ONCE DE LA S.D. LOGROÑÉS: Iru; Cova (Gexan), Javier Murua, Aurtenetxe, Jaime Paredes; Salado (Schmerbock), Curro (Castellano), Dani Garrido (Damiá); Óscar Fernández, Manny (Jaráiz), Jordi Escobar
ONCE DEL C.F. FUENLABRADA: Belman; Sotillos, Álvaro García (Alba), Lama, Barbosa; Bravo, Ale Galindo (Buer), Cristóbal; Raúl Hernández (Reguilón), Currás (Durán), Sergio Benito (Ilies)
ÁRBITRO: Sergiu Claudiu Muresan Muresan
GOLES:
